Espuma de caracola respiran las mareas,
ovación cerrada a mis huellas
que desaparecen entre los jaleos
de un horizonte que me alcanza.
El mar está vivo, lo sé, murmura
a mis espaldas para hacerme olvidar.
Está preso y aún acaricia mis pies
en su constante amenaza.
No comprendo su llanto, tambores de guerra.
El mar se enfada y se inmola
contra los barrotes, añora volar.
Muere entre la oquedad de las rocas,
quien mil veces revive no necesita coraza.
Alborán no tiene prisa, el tiempo le espera.
Finalista IV Premio Alborán de Poesía 2021