martes, 2 de noviembre de 2021

Lo de Carmen no me mola

 Es posible que en las últimas semanas hayas estado de viaje con el móvil en modo avión (lo recomiendo). Quizá seas una persona huraña que además se recluye en su habitación, lejos de cualquier contacto con la sociedad. En definitiva, tienes que haber desconectado del mundo para no enterarte de la polémica del Premio Planeta.

Resulta que se lo han otorgado a una mujer, llamada Carmen Mola, que en realidad es un grupo de tres hombres. Nunca el chiste de Carmen y los Transformers estuvo tan de actualidad. Estos tres seres van esta semana al Hormiguero (el programa que dio voz y contribuyó al blanqueamiento de la extrema derecha, por ejemplo). Y no quiero esperar a escuchar sus explicaciones para emitir un juicio. Se acabó ser prudente. Traigo razones.

La razón principal es que han aprovechado la campaña feminista para crecer usando un seudónimo de mujer.  «Alejandro, solo es un nombre, ¿qué más da si es de hombre o de mujer?». Verás, el género en sí no importa, pero tengo entendido que publicaban en revistas exclusivamente femeninas y encima tuvieron la cara de recomendar libros que habían escrito ellos con sus verdaderos nombres. En otras palabras: se han meado en la sororidad. Bajo un punto de vista objetivo, me parece una estrategia publicitaria embebida muy inteligente. Sin embargo, no todo lo inteligente es moral.

El colmo sería que se escudaran en la necesidad histórica de las escritoras de publicar bajo un seudónimo masculino para no ser censuradas o vetadas. Una cosa es burlar una injusticia que afecta al derecho de igualdad y otra es ser unos carroñeros de la lucha de un movimiento social. No olvidemos que cada acto tiene su contexto histórico.

Podrán inventar una historia romántica u otro thriller para justificarse y yo los escucharé, pero ya no me creo los cuentos.

Barrio de Versos

 Ven, te invito a visitar mi barrio. La ubicación la tienes entre las manos. En él te encontrarás mis verdades a la cara. Te las presto si quieres hacerlas tuyas. Trae sinceridad, quedará entre nosotros.

Por sus callejones te guiará un niño, aquel que antes solía usar mi nombre y ahora se esconde en cada rincón de mí. Te llevará de la mano y te mostrará sus luchas. No te mentirá porque entiende que únicamente existen tres verdades: aquello que siente, aquello que teme y aquello que quiere. Y, seamos honestos, ¿para qué esconderlas?
Oirás gritos, no te asustes, solo son las palabras contenidas al estallar contra las ventanas.


(El enlaces lleva a la página web de la editorial pero, siempre que puedas, cómpralo mejor en una librería. Recuerda: #salvaunalibreria).




miércoles, 11 de agosto de 2021

Respiran las mareas

Espuma de caracola respiran las mareas,

ovación cerrada a mis huellas

que desaparecen entre los jaleos

de un horizonte que me alcanza.


El mar está vivo, lo sé, murmura

a mis espaldas para hacerme olvidar.

Está preso y aún acaricia mis pies

en su constante amenaza.

No comprendo su llanto, tambores de guerra.


El mar se enfada y se inmola

contra los barrotes, añora volar.

Muere entre la oquedad de las rocas,

quien mil veces revive no necesita coraza.

Alborán no tiene prisa, el tiempo le espera.


Finalista IV Premio Alborán de Poesía 2021

lunes, 19 de julio de 2021

Cuando metí la pata en una entrevista

El año pasado me hicieron una entrevista telefónica para un periódico local. La idea del entrevistador era que le diera información para que después él escribiera un artículo. Y mira que la pregunta en la que la cagué era bien sencilla...


Entrevistador: — La portada del poemario es bastante elegante. ¿Cómo se decidió su diseño?


Yo: — Me la propuso la editorial en las primeras galeradas. (Y aquí viene mi metedura de pata). Lo que tenía claro es que no quería una portada de dibujos como las que hay ahora. (Lo que vino después fue cinco minutos de reloj de mí hablando sólo, dando vueltas con argumentos mal expresados intentando explicar mi salida de tono y hundiéndome más en el barro).


Ahora vayamos al contexto. Se trataba de la primera entrevista que me hacían (tampoco es que me hayan hecho muchas) y estaba tan nervioso que aquella mañana no me quedó ni un grumo en el Colacao. Obviamente, y que quede claro, no tengo nada en contra de las portadas dibujadas. Al contrario, me gustan. A continuación explico qué era lo que quería decir y me meto todavía más en el fango. Quería desmarcarme, ya desde la cubierta, de la poesía «popular» actual. Desafortunadamente, el primer requisito que cumple la mencionada es la del estilo de la portada (OJO, no quiero decir que todas las portadas dibujadas pertenezcan al género del que hablo). Hablo de aquella poesía, o prosa poética, que más bien parecen libros de autoayuda, de las que se escribe para las redes sociales. Textos formados por frases tan trilladas que casi parecen frases hechas, textos que buscan más la popularidad que desnudarse. La poesía de la indirecta y, seamos sinceros, cuando mandamos una indirecta queremos que, al menos, a quien va dirigida la sienta muy directa. Por eso, en la poesía, o prosa poética, que hoy ocupa las estanterías de best-sellers encajaría perfectamente un verso tan "sutil" del estilo: contéstame al Whatsapp, coño. Que no te conviertan en el producto, exige emoción.

Tengo que dejar claro que con esto no quiero colocar mis escritos en un peldaño superior a ningún otro texto. Es más, seguramente mis versos no gusten a muchas personas que los lean, sin embargo, la satisfacción que me da el esfuerzo y la sinceridad no me la quita nadie. ¿Dónde han quedado los versos de la desnudez sincera? Me refiero al «éste soy yo y esto es lo que siento». Afortunadamente, en Twitter sigo varias cuentas que escriben así, pero no entiendo cómo no son estas y estos escritores quienes viven de sus obras. Es una lástima.

Al final, para gustos los colores y, para bien o para mal, yo quiero tener mi propio color.


PD1: dad por hecho que mi próximo poemario tendrá una portada dibujada.

PD2: gracias al medio en cuestión por resumir una entrevista de veinte minutos en un artículo de cuatro líneas. De otro modo, seguro que hubiera sido un desastre.

sábado, 17 de julio de 2021

¿Qué porción de alma hay que vender para "triunfar"?

 Antes de empezar quiero aclarar que no hablo desde el resentimiento de tener una novela terminada aún sin publicar (y que probablemente las editoriales ni siquiera lean cuando se la envío). 

La pregunta que me lleva a escribir esta entrada es la siguiente: ¿dónde ha quedado el estilo propio en las novelas de éxito? Hablemos de los best-sellers de estantería rápida, no hablemos de nombres propios, sino de sensaciones. Bueno, ahorremos tiempo, lo confieso: también consumo superventas de moda. Os aseguro que la mayoría de ellos parecen escritos con el mismo teclado y es una lástima, porque algunas veces me arrepiento de no haber tenido yo esas ideas (hablando de trama). Ahora entiendo a Juan Gómez Jurado cuando se hace notar en sus novelas (he devorado las cinco de la saga Reina Roja).

Al igual que hay fórmulas y estudios sobre temáticas que se prevén exitosas y rasgos de fábrica para hacer popular a un personaje, ¿pasa lo mismo con el estilo? Me resisto a creer que, como lectores, nos están esperando a la vuelta de la esquina. Por favor, no seas un zombi conducido como ganado. Lee aquello que te guste (sin mirar el número de ventas), pero que nunca te digan que es aquello que te tiene que gustar.

Lo de Carmen no me mola

 Es posible que en las últimas semanas hayas estado de viaje con el móvil en modo avión (lo recomiendo). Quizá seas una persona huraña que a...