lunes, 19 de julio de 2021

Cuando metí la pata en una entrevista

El año pasado me hicieron una entrevista telefónica para un periódico local. La idea del entrevistador era que le diera información para que después él escribiera un artículo. Y mira que la pregunta en la que la cagué era bien sencilla...


Entrevistador: — La portada del poemario es bastante elegante. ¿Cómo se decidió su diseño?


Yo: — Me la propuso la editorial en las primeras galeradas. (Y aquí viene mi metedura de pata). Lo que tenía claro es que no quería una portada de dibujos como las que hay ahora. (Lo que vino después fue cinco minutos de reloj de mí hablando sólo, dando vueltas con argumentos mal expresados intentando explicar mi salida de tono y hundiéndome más en el barro).


Ahora vayamos al contexto. Se trataba de la primera entrevista que me hacían (tampoco es que me hayan hecho muchas) y estaba tan nervioso que aquella mañana no me quedó ni un grumo en el Colacao. Obviamente, y que quede claro, no tengo nada en contra de las portadas dibujadas. Al contrario, me gustan. A continuación explico qué era lo que quería decir y me meto todavía más en el fango. Quería desmarcarme, ya desde la cubierta, de la poesía «popular» actual. Desafortunadamente, el primer requisito que cumple la mencionada es la del estilo de la portada (OJO, no quiero decir que todas las portadas dibujadas pertenezcan al género del que hablo). Hablo de aquella poesía, o prosa poética, que más bien parecen libros de autoayuda, de las que se escribe para las redes sociales. Textos formados por frases tan trilladas que casi parecen frases hechas, textos que buscan más la popularidad que desnudarse. La poesía de la indirecta y, seamos sinceros, cuando mandamos una indirecta queremos que, al menos, a quien va dirigida la sienta muy directa. Por eso, en la poesía, o prosa poética, que hoy ocupa las estanterías de best-sellers encajaría perfectamente un verso tan "sutil" del estilo: contéstame al Whatsapp, coño. Que no te conviertan en el producto, exige emoción.

Tengo que dejar claro que con esto no quiero colocar mis escritos en un peldaño superior a ningún otro texto. Es más, seguramente mis versos no gusten a muchas personas que los lean, sin embargo, la satisfacción que me da el esfuerzo y la sinceridad no me la quita nadie. ¿Dónde han quedado los versos de la desnudez sincera? Me refiero al «éste soy yo y esto es lo que siento». Afortunadamente, en Twitter sigo varias cuentas que escriben así, pero no entiendo cómo no son estas y estos escritores quienes viven de sus obras. Es una lástima.

Al final, para gustos los colores y, para bien o para mal, yo quiero tener mi propio color.


PD1: dad por hecho que mi próximo poemario tendrá una portada dibujada.

PD2: gracias al medio en cuestión por resumir una entrevista de veinte minutos en un artículo de cuatro líneas. De otro modo, seguro que hubiera sido un desastre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Lo de Carmen no me mola

 Es posible que en las últimas semanas hayas estado de viaje con el móvil en modo avión (lo recomiendo). Quizá seas una persona huraña que a...